Mathieu volvió con las manos vacías de la sala, tras haber llevado otro par de copas para la cena. Buscó en la mesa de la cocina lo que poder llevar a continuación, y mirando a su interlocutor, continuó la conversación con aún más interés:
- Mi definición de inteligencia se basa, sobre todo, en saber adaptarse, en la facilidad que tiene alguien para adaptarse a diversas situaciones, a los cambios, a imprevistos, a nuevos retos...
Hablaba con su inconfundible acento francés, y con sus gestos para hacerse entender más fácilmente, aunque no le hicieran falta.
Siempre cortés, siempre atento, siempre amable, se acababa de definir a sí mismo, con toda la razón del mundo, en muy pocas palabras.
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