Después de dos días bajo una manta verde, con la cama sin hacer y bajo los efectos de las pastillas, esta tarde he vuelto a las andadas.
A lo tonto tonto nos hemos pasado tres horas metidos en un teatro, corriendo de aquí para allá, enciende luces, apaga estas, enchufa allí...
Es el típico viaje "menos mal...". Menos mal que hemos ido...
- Vaya, pues la música no se oye, y está todo conectado...
Recórrete todas las esquinas hasta que ves una especie de ecualizador donde pone OFF. Le das al botoncito del Power y casi dejas sordos a media Caravaca.
- Vaya, pues esas dos luces no se apagan...
El peligro de ponerse a encender y apagar los plomos generales de un teatro es que, de repente, se queda todo a oscuras y dices "mierda, mi portátil, que lo tenía encendido...".
Por lo demás, nos lo hemos pasado muy bien, hasta intentando bajar "manualmente" los focos del techo. Con alguno haciendo de Tarzán y otro de paparazzi...
Mientras tanto yo, seguía un poco atontado.
Porque un tramoyista ha bajado una barra enorme de madera y yo, ansioso por recoger, me he dado en toda la cabeza con la barra.
Y todavía me duele...
Y me doy cuenta de que he perdido la costumbre de redactar aventuras... o eso, o...
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