Todos aspiramos a las virtudes que se nos han dado, y aunque se nos muestra el camino, una y otra vez, nos negamos a verlo… nos negamos a vivir de la esencia de la vida...
Aunque hablara inglés, francés y alemán, si no la tengo, no soy más que el bombo de Manolo en pleno partido de la selección. Aunque supiera lo que va a pasar en cada momento, conociera todos los cotilleos, fuera más listo que Bill Gates y pudiera ligarme a Claudia Schiffer, si no la vivo, nada soy. Aunque me pasara el día de bares invitando a la peña y aunque me dejara criticar a muerte por mis máximos detractores, si no la tengo, de nada me sirve.
Esa esencia es entender a la otra persona incluso cuando nada tiene sentido, es darle tu mano y que coja hasta el codo, es no envidiar su éxito profesional y/o personal; no es durar más y presumir de ello; no es discutir gritando ni tener que llevar yo siempre la razón; no es ser irascible ni guardarlas hasta la próxima discusión; no es sentirse mejor si al otro le va tan mal como a ti, sino cuando le va bien tras hacer bien las cosas. Es perdonar siempre, confiar siempre y esperar siempre...
Y, como no podía ser de otra forma, con ella no existe el tiempo...
Pero conmigo sí...
© S.P.
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