Marta tiene un marcapasos que nos anima los viajes. Y es de Elche, la muy cabrona.
Y por su culpa casi nos perdemos, no llegamos, se me queda el coche tirao y con el filtro sin cambiar...
No lo cuentes, Pedro, no lo cuentes... venga, lo cuento.
El sábado decidimos ir a ver a Manolo, que hace mucho que no lo veíamos. Justo antes de salir de casa, providencia divina, llamó mi hermano, el americano.
"Pasaste la revisión del coche a los 7000km? cuántos le has hecho?"
"cuántos? no tanto... yo creo que ni 5000..."
Ole tus cojones. Si me he pasao en 8000 me quedo corto, es decir, le he hecho más de 10000 y yo tan pancho... Así que al coche le falta cambiarle el filtro del aire, el filtro de aceite, el filtro pasabanda y hasta el filtro del grifo! Todo!
Y luego "Marta, a qué velocidad vamos?" "A 144..." Y Félix: "Sí, tú ponlo así ahora que le faltan todos los filtros para que el coche diga que se muere de repente..."
El caso es que salimos en busca de Manolo y los molinos de viento. Y la cabrona de Marta empeñada en que acabáramos en Elche. Que no!! Que es pa Alicante! No, para Madrid!
Al final no sé ni cómo, llegamos, supongo que gracias a Miguel Lorca, García Hernández o gracias al punto (puntazo) de "USTED ESTÁ AQUÍ? Venga yaaaa" al más puro estilo de Manolo.
Gran noche, gran partido, gran delantera (juaaaa), qué buen gusto Manolo y qué placer pasar contigo la noche... todo un honor.
La despedida, por supuesto, fue lo mejor. Ahí se dejó notar realmente por quién se desvive Manolo, y perdón por decirlo tan públicamente pero... qué descaro!
Y a la vuelta, como no podía ser de otra forma, Marta casi nos lleva al huerto. (Félix, confías demasiado en ella, es una mujer!). "Es por aquí, a la derecha..." Y toma carretera de 8km de largo en línea recta! En medio de la oscuridad mi cochecito atravesaba los campos españoles, sin filtros y sin ganas, y con un sueño enoooorme (el coche, yo no...) pero mereció la pena.
Son las cinco de la mañana, y la casa sin barrer.
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