Imagina un artista... mmm no, mejor no, que me meto donde no me llaman... un arquitecto, que también tiene que tener algo de artista, pero bueno...
Un arquitecto, con su trabajo, su vida privada, su sueldo, su mujer, su jefe, sus aficiones... lo que sea. Por un lado, su trabajo de cara al público, por otro, su intimidad.
Imagina que trabaja con todo su empeño en cada obra que hace, en cada proyecto nuevo, en cada diseño de edificio.
Imagina que en una plaza muy conocida se ha construido uno de sus proyectos, en el que ha estado años trabajando, en el que ha puesto tanto. Esa... "obra" es parte de él. Es más parte de él que de nadie. Ha pasado a formar parte de su vida, desde el primer día en que empezó a crearla. Se ha formado una relación de intimidad entre ambos, por todo el esfuerzo, la dedicación, el resultado... o simplemente por ser algo suyo.
Y no por estar en esa plaza tienes derecho alguno a romper esa relación. No por que "puedas" llegar a ver ese edificio tienes derecho a entrometerte en ese algo que nunca vas a llegar a entender. Puedes opinar, puedes juzgar... pero no violar ciertas fronteras.
Muchas veces, poder hacer algo no significa que haya que hacerlo.
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